Cuando uno se coloca los lentes VR 360° para sumergirse en la espacialidad virtual de El Horizonte de Keops en La Rural, experimenta la dimensión más profunda alcanzada hasta ahora en tecnologías lúdicas de percepción maquínica. Ya no se trata de mirar simulacros hiperrealistas desde afuera en megapantallas circundantes con cuadros de Van Gogh: ahora se camina por la arquitectura digital para entrar en una pirámide y escudriñar sus recovecos guiados por Mona, una joven aurática con ropa de exploradora. Es un dibujo animado similar a un modelo humano, pero animación al fin. Cuando se para delante de cada espectador –la relación es uno a uno-- la gran tentación es colocarse ojos con ojos frente a ella, algo impensable si fuese real. Pero Mona no baja la mirada. Si bien esta tecnología es una proyección dentro de un casco inmersivo sin un “afuera de la pantalla” –la realidad física lateral no se cuela como en el cine--, la sensación es que Mona y los gatos mitológicos que corretean son hologramas tamaño real (pero más realistas y definidos que en la holografía).<br /><br />
